lunes, 28 de junio de 2010

TE QUIERO

Te quiero sin necesidad de que hables,
sin que me mires a los ojos,
sin que tus labios leven un suspiro,
ni tu olor recorra mi ambiente.

Te quiero porque sois mi salvación,
mi despertar del letargo,
porque sois mi verso no escrito,
y mi novela inconclusa.

Te quiero desde aquel instante
en que mis ojos se posaron frente a ti,
y tu timidez flamígera
hicieron de mi tu presa.

Te quiero desde aquella mañana de diciembre,
en que por fin me besaste,
te quiero, desde aquél instante
en que en mi vida te quedaste.

Antonio Sánchez
29- Jun- 2010

NO ME PERTENEZCO

Hoy descubrí que no me pertenezco,
que mis sueños nunca fueron míos,
que mis logros, mis recuerdos e ideas
pertenecieron a más personas.

Hoy descubrí que mi vida siempre ha sido compartida,
que mi adicción a lograr metas fueron motivadas
por las sonrisas de cometas fugaces que pasaron
y hoy algunas han partido.

Veo al espejo y miro todos los rostros en mi cara,
siento todos los instantes,
miles de imágenes llegan a mi mente,
sonidos sordos re palpitan en mi interior.

Puedo tocarme, puedo mirarme
puedo sentirme, pero a la vez
sé que no me pertenezco,
que soy el resultado de lo que la gente quiere.

Antonio Sánchez
28- Jun- 2010

Y necesito volver a escribir.

Es curioso. Cuando en algunas situaciones estás completo, no necesitas demostrar ante el mundo tu situación; no necesitas palabras, no necesitas gritarlo a los 4 vientos, no es necesario siquiera hacer mueca alguna; en cambio, cuando uno pasa por la calle de la amargura, ni todas las hojas, ni todas las plumas del mundo bastan para poder calmar la desesperación de la atormentada alma que ronda por una habitación sin salida, aún cuando sea esta transparente y sin muros.

La lejanía de las letras se ha estado presentando en estos 10 cómplices que muchas veces no quieren cooperar conmigo, igual que el momento especial donde la ociosidad del escribidor es sosegado por las llamadas redes sociales que es la intimidad más mostrada como en su momento lo llamaría así el gran "Monsi".

Atracan miles de ideas que se quedan perdidas entre el mar de gente, o en el espacio entre la cabeza y la computadora, donde se desvían del trayecto de la universidad a mi hogar, donde aveces incluso se llega a olvidar el viejo oficio del papel y el bolígrafo, por pixeles en un televisor o en el monitor de la laptop.

Es duro dejar de escribir cuando te sientes bien, no hay necesidad de expresarlo (lo reitero), pero aveces gana el escribidor como esta noche, después de tanto tiempo y con una gran fuerza interna, simplemente salta a la cabeza y a mis dedos gritan "NECESITO VOLVER A ESCRIBIR".

Hoy, me siento no sólo con la necesidad, sino también con el compromiso conmigo mismo de estar regresando a este sitio, o donde sea, para volver a escribir, siempre me he autonombrado uno escribidor, porque a fin de cuentas, sólo escribo por escribir, escribo para recordarme el camino a donde quiero llegar, o simplemente, para poder dormir tranquilo esta noche.

jueves, 24 de junio de 2010

DESCANZA CON PAZ AMIGO MONSI



Descansa amigo de las letras, escritor creyente del hecho de la palabra; radiante activista del pensamiento, la razón y la consiencia. Luchador de arenas chicas y películas en blanco y negro, narrador mudo de la historia del país, hablanchín por todo el mundo, que no te gustaba la tele pero que en cambio vivías en ella, siendo más aparecido en la caja mágica que los mismos presidentes; has vivido lo absurdo de lo divino, y has escrito lo divino de lo absurdo.

Amigo Monsi, enfrentaste miles de fantasmas, a lado de la bandera del arco iris, fuiste amante empedernido de la UNAM, orador de miles de voces que no podían ser sonadas, izquierdista desde la derecha y derechista desde la izquierda; como se dice en el barrio: "El ajonjolí de todos los moles", historiador y comiquero, gusto por los Burrón como de Cervantes. Viviste plenamente el 68 y después de 72 suspiros te alejas de tu escritorio, donde todos tus inquilinos gatunos esperan por una caricia tuya, una breve mueca reflejando una sonrisa de aquellas que pocas veces podría mostrar tu rostro.

Monsi, fuiste amigo de los más poderosos y los más humildes, nunca te vi subirte a algún carro y recuerdo perfectamente la vez en que subiste al metro conmigo después de una convención de comics ahí en Centro Médico cuando tenía apenas 17 años, después de una conferencia que diste y tomarte la respectiva foto para donde trabajaba.

Monsi, no es arte de adular, pero será difícil de volver a tener un icono, no sólo de la literatura, sino del reflejo de nuestra sociedad a través de tus palabras, de tus acciones, de tus comentarios.

Lo único que me queda Monsi, viejo amigo, es darte las gracias no sólo por la cantidad de libros, ensayos, cuentos, que nos has dejado, sino también por regalarnos a este país una imagen desde otra perspectiva.

GRACIAS MONSI.